NephroCare utiliza cookies en este sitio web para mejorar la experiencia del usuario y entregar el mejor servicio posible. Al continuar navegando en el sitio web, usted acepta nuestro uso de cookies. Para más detalles, revise nuestra política de privacidad.

Agnes Tornyos

Las mejores cosas pasan cuando menos las esperas

En este relato, ÁgnesTornyos, de 34 años, paciente del Centro de diálisis Szépvölgyi de Fresenius Médical Care en Hungría, comparte su experiencia de vivir con insuficiencia renal y la alegría de ser madre de un niño sano.

En 1992, cuando tenía 15 años, mis riñones dejaron de funcionar después de un caso repentino de fiebre escarlata. Unas semanas más tarde, ya estaba en tratamiento de hemodiálisis. Afortunadamente, era candidata para un trasplante de riñón y me incluyeron inmediatamente en lista de espera. Más tarde, el 25 de noviembre de 1993, tuve un aviso de trasplante de riñón. Nos fuimos inmediatamente hacia el hospital.

En aquellos tiempos casi nadie tenía un teléfono móvil. El viaje de más de 200 kilómetros desde Szombathely a Budapest fue realmente estresante. Además, las condiciones meteorológicas eran bastante a pesar de las dificultades, nos las arreglamos para llegar a tiempo. El trasplante de riñón se realizó con éxito y mi nuevo riñón comenzó a funcionar aunque hubo algunas dificultades.

Saber Vivir

Debido a todos los tratamientos en el hospital, tuve que repetir mi primer año en la escuela secundaria. Sin embargo, eso no me impidió alcanzar buenos resultados académicos al completar el segundo año con mi nuevo riñón.

El riñón funcionó a la perfección y pude llevar una vida plena, incluso cuando después de diez años se produjo un aumento en mis niveles de creatinina. En 1996, después de terminar la escuela secundaria, me aceptaron en la Universidad Corvinus. Me trasladé a Budapest, donde vivo desde entonces. Conocí a mi esposo en la universidad y nos casamos en 2005. Queríamos formar una familia y afortunadamente, mi médico, Katalin Földes, me apoyó en este proceso.

Pero pasaban los años, y no pondría “conseguía quedarme embarazada”. Hoy en día, siguen sin saber cuál fue la causa de mi problema de infertilidad. Las pruebas no mostraban ninguna anormalidad o conexión a mi enfermedad renal. Tanto mi marido como yo estábamos perfectamente sanos. Al final, en 2010, después de cinco años intentandoquedarme embarazada, decidimos presenter los documentos necesarios para solicitar la adopción. Mi médico también me animó a tomar esta decisión. Me explicó que muchos de sus pacientes trasplantados habían optado por esta decisión.

Fue en octubre cuando conseguí reunir todos los papeles necesarios. Pero, para mi sorpresa, después de esperar menos de 2 meses para que las autoridades se pusieran en contacto con nosotros, simplemente me quedé embarazada!. Estábamos felices. Lo mantuvimos en secreto hasta la víspera de Navidad. Todo el mundo se conmovió. Fue simplemente suerte que me quedara embarazada justo cuando estábamos tan cerca dela adopción.

Creciendo dentro

Por desgracia, conforme avanzaba mi embarazo, el funcionamiento de mi riñón empezó a deteriorarse. A principios de 2011, teníamos claro que mi trasplante de riñón iba a dejar de funcionar después de 18 años y que pronto tendría que comenzar la diálisis. En mayo, exactamente el día de mi cumpleaños, me intervinieron para realizarme la fístula. Pero no me importó. No tenía motivos para estar triste. La maravilla que había estado esperando estaba creciendo dentro de mí. Siguiendo el consejo del médico de cabecera, Ottó Árkossy, me estuve tratando todos los días durante los dos últimos meses de mi embarazo. Dijo que sería lo mejor para el bebé y para mí. Empecé a tener contracciones durante uno de los tratamientos. Las enfermeras me desconectaron inmediatamente de la máquina y nos fuimos de inmediato para el hospital.

El parto tuvo sus complicaciones, ya que nuestra hija, Teodora, nació cinco semanas antes de tiempo. Pero, afortunadamente, estaba bien. Después de dos semanas, nos dieron el alta. Desde entonces, Teodora ha crecido a la perfección.

Al cuarto día después del parto, ya estaba dializándome en el Centro de Szépvölgyi. Fue difícil al principio, ya que tenía que levantarme con el turno de la mañana. Sin embargo, aproveché bien el tiempo libre. Cuando podía, intentaba dormí para que pudiera estar descansada cuando me tocara despertarme por las noches. Por suerte, el bebé se dormía pronto todas las noches. Es un angelito y compensa todas las dificultades.